Al presidente Andrés Manuel López Obrador le cuesta trabajo la convivencia política con los poderes Legislativo y Judicial.
A sus titulares los trató con desdén en el histórico Teatro de la República en Querétaro, con motivo del 106 Aniversario de la Constitución de 1917.
Durante la ceremonia no se esperaba un trato distinto. Para él sólo existe el Poder Ejecutivo.
Se le olvida al mandatario que el Estado lo integran tres poderes, incluido el Legislativo y Judicial. Siempre ha atacado a sus dos contrapartes.
En el inicio de su discurso demostró lo anterior. “Representantes de los poderes Judicial y Legislativo”. Así de seco el saludo.
“En los 36 años de política neoliberal se aprobaron reformas completamente antipopulares, entreguistas y contrarias al interés público”, señaló López Obrador.
Y dejó en claro que no dejará de insistir en “abolir” las reformas “impuestas” durante el periodo neoliberal.
En contra parte, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña Hernández reclamó la independencia del poder que encabeza.
“No es un privilegio”, aclaró. “Sino el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad”, enfatizó.
Piña Hernández fue contundente: “la Constitución es un inmenso y muy poderoso manto protector de certeza, de confianza, de seguridad (…)”.
El presidente no le otorgó el saludo cuando arribó al Teatro. Sólo por compromiso lo hizo durante los honores a la bandera.
El trato fue el mismo para el presidente de la Cámara de Diputados, el panista Santiago Creel.
Sin duda un ambiente nada cómodo para el presidente. Ahí estaba representada la República, parte de la que no tiene cabida en las conferencias matutinas.
En su momento, Creel le respondió tajante el mandatario: el reto de nuestra generación es encontrar el diálogo dentro de la pluralidad, y no a través de “una visión única”.
Dijo que el pueblo es “muchos Méxicos”, no sólo uno y menos uno homogéneo. Y al excluir a los que piensan distinto, se deja fuera parte del pueblo.
“Es un gran equívoco pensar que los problemas del país pueden resolverse con ordenamientos constitucionales que no se cumplen.
“O peor, con cambios a la Constitución o a las leyes, como si por el mero hecho de reformar una norma, la realidad automáticamente cambia”, estableció.
Creel pronunció su discurso antes que López Obrador. Lo perfiló como si adivinara el mensaje del Ejecutivo.
Así las diferencias entre la clase política, donde quedó clara la división que debe prevalecer entre los poderes, en lugar de una sola visión.
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