Al inicio de su mandato como jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador en el 2000 realizó una promesa que no cumplió.
De hecho, la reiteraba cada que tenía oportunidad. Han pasado más de 20 años y sigue prometiendo lo que de ninguna manera va a cumplir.
Por aquellas fechas prometió buscar la manera de influir en aumentar el salario de los trabajadores de los medios de comunicación.
Nunca explicó de qué manera lo haría, esto sin importarle que de ninguna manera tuviera influencia en el manejo interno de las empresas periodísticas.
Desde cualquier punto de vista, fue una promesa en falso. Nunca hizo nada. Por el contrario, desde entonces azuzaba a sus huestes en contra de reporteros, columnistas y articulistas.
En esto no ha cambiado nada. La diferencia es que ahora lo hace desde Palacio Nacional, con el poder que le da el cargo, a grado tal de pretender borrar al Legislativo y Judicial.
López Obrador dice respetar la libertad de expresión, pero no hay día en que no ataque a los periodistas, a algunos con mayor virulencia que a otros.
El ejemplo que lo pinta de cuerpo completo es el maltrato a 80 trabajadores de la Agencia del Estado, Notimex.
Tras una larga huelga y con una directora Sanjuana Martínez que manejó en total opacidad 600 millones de pesos, decidió cerrar la empresa.
Argumentó que era suficiente con su conferencia mañanera para informar al pueblo de México.
De ese tamaño es el rechazo a la labor de una empresa periodística dedicada a informar de manera plural y objetiva, incluidas las actividades gubernamentales.
Por todo lo anterior sorprendió su postura emitida en la conferencia del 16 de mayo, a pregunta expresa de uno de los informadores paleros: Lord Molécula.
Resulta que el comunicador famoso por su corbatín de siempre, se quejó con el mandatario de los bajos salarios.
Y 20 años después de aquella primera promesa, esto respondió López Obrador: “Nosotros estamos ayudando, y lo vamos a seguir haciendo”.
El balón estaba puesto de nuevo para el golpeteo: “utilizan al periodismo como mecanismo de presión y de chantaje”.
“¿Podríamos organizarnos como sindicato independiente?”, le preguntó Lord Molécula al presidente. “Sí, todos, o sea, es un derecho, es un derecho”, respondió al mandatario.
El hecho es que Carlos Pozos –así se llama en la vida real- debe saber cuál será el destino de su sindicato independiente.
¿Si a los de casa, Notimex, los trató con la punta del pié, qué esperan los independientes?
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