¿Es posible la transformación cuando entre sus principales actores domina la sumisión y la ciega obediencia?
El presunto rebelde de la 4T, Ricardo Monreal fue devuelto al carril obradorista por su jefe máximo de Palacio Nacional.
“Seguiré con Morena hasta la muerte” dijo a los reporteros tras reunirse con el Presidente Andrés Manuel López Obrador y portar una sonrisa perpetua.
Monreal chantajeó al morenismo con buscar la candidatura presidencial en la Alianza Va Por México.
Tímidamente, en el PRD le abrieron las puertas, pero nunca llegó ni al frontispicio de su sede nacional de Benjamín Franklin.
Es seguro que tiene en la bolsa, liderar a Morena en el Senado o en Cámara de Diputados.
Quedó descartado como candidato al gobierno de la Ciudad de México. Si acaso, pondría candidato por Morena en las alcaldías Cuauhtémoc y Tlalpan.
El canciller Marcelo Ebrard, fue sometido por el poder presidencial para jugar a su ritmo.
Ya lo hizo en 2012 y perdió ante el chantaje del hoy inquilino de Palacio. ¿Se repetirá la historia? Es altamente probable.
Difícilmente aceptará que la encuesta que favorezca a Claudia Sheinbaum. Al igual que Monreal se quejó de la cargada de gobernadores a favor de la jefa de gobierno.
Los hechos, actuaciones y análisis indican que Ebrard no se quedará quieto. ¿Volará para el PT o MC?
El papel de Adán Augusto López es distinto. Al fungir como el otro consentido de López Obrador, jugaría del lado de Sheinbaum.
Los cambios a partir de este lunes marcarán el derrotero a seguir.
Los nombres que más se han escuchado para ocupar la cancillería son el de Juan Ramón de la Fuente y Esteban Moctezuma.
En Gobernación, está en primera línea el amigo de toda la vida del Presidente, César Yáñez y el desanimado subsecretario Alejandro Encinas.
Para quedar en lugar de Sheinbaum, las apuestas apuntan a la secretaria de Finanzas, Luz Elena González Escobar.
De plano quedará fuera de la secretaría de Gobierno, Martí Batres. Entrará al relevo el secretario del Trabajo, José Luis Rodríguez.
En el Senado, las revueltas orquestadas por César Cravioto para desplazar de la coordinación a Monreal no rendirán frutos.
Cravioto es el dedo chiquito de Batres, quien se ha visto disminuido. Tal vez eso explica que Cravioto se dedicó a pintar bardas con su nombre en Gustavo A. Madero.
Es evidente que al todopoderoso de Palacio nadie lo contradice. Sus decisiones son transexenales y están a la vista.
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