La principal política gubernamental desplegada en esta administración es la clientelar y la de coacción del voto.
Su columna vertebral es el ejército obradorista denominado los “Siervos de la Nación”, que recibió múltiples nombres que los descalifican.
Las constantes denuncias de la oposición llevaron a que el Instituto Nacional Electoral (INE), prohibiera su injerencia durante jornadas electorales.
Sin embargo, su origen les impide sujetarse a la ley. Fueron creados para violarla como burócrata en permanente activismo político.
Pero para el ejército del Presidente Andrés Manuel López Obrador no existe la ley, puesto que no se conducen con apego a la imparcialidad, neutralidad y equidad.
Se les prohibió difundir que los beneficios son atribuibles a una persona o partido político y, que la continuidad de los apoyos depende del triunfo del partido oficial.
Y no es cosa menor, desde 2019 existe un ejército electoral obradorista de 20 mil elementos, que consumen una nómina es de 6 mil millones anuales.
Su jefe directo es el Presidente que delega funciones de una Coordinación General, en 32 superdelegados y 266 coordinadores.
El maquiavélico plan del Presidente es faccioso pues ejerce control absoluto, discrecional y arbitrario de los recursos públicos destinados a programas sociales.
En 2019 los “servidores de la nación” manejaron 220 mil millones de pesos en pensiones y becas, cifra que se elevó para este año a 733 mil millones de pesos. Se cuadruplicó.
Sin embargo, esos servidores públicos no están exentos de las ambiciones de poder, abusos y prepotencia.
Por ejemplo, fue errónea la decisión de Estefany Correa García, como delegada en la Ciudad de México, quien designó a Elizabeth Karina Santillán Rivera, en lugar de Antonio Molina Arias, que se incorporó al equipo de la candidata a la alcaldía de Iztapalapa, Aleida Alavez.
Santillán Rivera, quien aspiraba a una diputación en el distrito 33 de Magdalena Contreras, desde que llegó a Iztapalapa como encargada de los servidores de la nación, hizo gala de abusos y maltrato a los “servidores de la nación”.
Esa prepotencia tampoco respeta a personas de la tercera edad o discapacitados. No hay límites en su actuar.
Así el comportamiento de los llamados coloquialmente “cuervos de la nación”.
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