Gloria Brito Nájera
Por principio veamos el tema de los aranceles. Los castigos injustificados que Trump ha impuesto a México y cuya cifra en porcentaje están vigentes en el este año, desde los meses de marzo, agosto, y septiembre. 1.- El acero en todas sus aplicaciones el 25%. 2.- El aluminio para todos los usos 25%. 3.- Automóviles que no cumplen las reglas del Tratado de Libre Comercio (TMEC) entre México, Estados Unidos y Canadá, 25%. 4.- Autopartes en igual condición 25%. 5.- Cualquier producto que no califique como originario en el TMEC 25% (ropa, electrónicos, maquinaria, plásticos, etc.) 6.- Jitomate 25%, este arancel ya estaba y sigue vigente. De nada sirvieron las protestas levantadas ante el presidente norteamericano una y otra vez por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum. Ahí están las estocadas del representante del imperio norteamericano hacia un país “amigo”. Ya podemos exclamar el dicho popular: “De mis amigos, protégeme Dios mío, que yo me cuidaré de mis enemigos”.
Hay más, formemos bien el cuadro que dibuja la realidad y los riesgos que aumentan a todos y cada uno de nosotros, los mexicanos. Los aranceles ya de por sí son un castigo al bolsillo y al trabajo de los mexicanos, pues los productos que exportamos a Estados Unidos significan el 85% de todo lo que producimos. Y los aranceles que encarecen estas mercancías en el país vecino, por ley, disminuyen la demanda de estos productos. Es el castigo por depender básicamente de un solo mercado, el de los Estados Unidos, y culpa de todos los gobiernos del pasado y presente que en nada se preocupan por exportar a otros países.
Sin embargo, las desgracias no vienen solas. Relacionado con el ultimátum de Donald Trump, que publicó ayer 9 de diciembre, acerca de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro “tiene los días contados”, pues enviará tropas a este país hermano (recordar que dobló la recompensa en millones de dólares a quien le entregue a Maduro). Con respecto a México y Colombia, afirmó Trump que tiene previsto usar la fuerza militar en tierra contra los cárteles por el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. “Sí lo haría, claro que lo haría”, fue su respuesta a la pregunta de una reportera. Trump y los representantes de su gobierno han sido muy categóricos y claros al acusar que el gobierno de México es rehén de los cárteles del narcotráfico.
El simple hecho de que el 85% de lo que producen los mexicanos sea para el mercado gringo, hace y refuerza el dominio económico, y como consecuencia también política sobre nuestro país, debido a la ausencia de un gobierno nacional que organiza al pueblo para su independencia y su defensa. Muy al contrario, los altos funcionarios que no confían ni organizan al pueblo para la defensa de nuestro país, “se doblan” como dijo el propio Donald Trump acerca de un alto funcionario. “Nunca había visto a nadie tenderse tan dócilmente sobre el tapete a mis pies”. Esta vergonzosa actitud de un alto gobernante de México es el vivo reflejo de la política yanqui de siempre, la zanahoria o el garrote.
La política de presiones y amenazas a los países del planeta entero por parte del gobierno de Donald Trump, tienen una explicación simple y llana. La gran potencia del norte se encuentra en la mayor crisis de su historia, y ello hace que la existencia en su propio terreno de dos poderosas corrientes políticas. La liderada por los seguidores de los anteriores presidentes Biden, Clinton y Obama, promotores de guerras de agresión como las de Ucrania contra Rusia y Afganistán, es decir, en contra de un país pobre. Esta corriente hizo crecer de modo exorbitante en sus periodos de gobierno, la deuda pública hasta rebasar el monto del Producto Interno Bruto (PIB). Hoy en el país más rico del planeta crece la pobreza del pueblo, crece el ejército de los sin casa. Hoy, los Estados Unidos no saben cómo resolver sus ingentes problemas económicos y sociales.
En estas condiciones llega Trump al poder bajo el lema de “Hagamos que Estados Unidos vuelva ser grande”, lanzando amenazas de intervenciones armadas y aranceles, hacia los países que representan un riesgo a sus intereses económicos y políticos. Esa es la estrategia para salvar a su país que rápidamente está perdiendo influencia de primera potencia en todo el mundo.
Es por decirlo así, una lucha desesperada y contra reloj por mantener a flote a su país, y para lograrlo se vale de todo. Requiere una escandalosa fortuna en dólares, esta moneda que está perdiendo su valor y su poder en varios países del mundo, acercándonos a una catástrofe financiera.
El imperio norteamericano se va hundiendo sin remedio, se acerca el fin de un mundo unipolar. Es por estas razones que, en nuestro país, se vuelve necesario e imprescindible un gobierno que se desprenda con valor y energía de la dependencia con el país del norte y se una al grupo de naciones que construyen un mundo con oportunidades para todos, un mundo multipolar, tal es la ruta que anuncian y llevan a cabo Rusia y China, los ejemplos a seguir.



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