Rebeca Marin
La explanada de la Alcaldía Iztapalapa se convirtió en un espacio de memoria y esperanza al albergar el homenaje “Recordando al Che”, convocado por la Alianza Mexicana de Organizaciones Sociales (AMOS) y respaldado por la alcaldesa Aleida Alavez Ruiz, junto con representantes del Partido Comunista de México y del Movimiento Proletario Independiente, el cual fue más que un acto conmemorativo, una declaración de futuro: el Che no pertenece al pasado, sino a la esperanza de los pueblos que no se resignan.
Fue un acto profundamente humano, cargado de emoción, de historia viva y de compromiso, donde se recordó a Ernesto Che Guevara de la Serna, a 58 años de su asesinato en las montañas de Bolivia, no solo como figura de un pasado heroico, sino como una semilla vigente de pensamiento, ética y transformación social, por lo que llamaron a construir en México una izquierda con valores, ética y moral.
En el centro de todas las intervenciones resonó una idea común: el Che Guevara no pertenece al pasado, pertenece al futuro. Su vida —coherente entre lo que pensó y lo que hizo— es un llamado constante a no rendirse, a mantener encendida la llama de la dignidad humana frente a la injusticia, el egoísmo y la indiferencia que aún dominan al mundo.
La alcaldesa Aleida Alavez Ruiz subrayó que el “Che” Guevara “no es un mito ni una marca, sino una inquietud viva”. Evocó su frase: “Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, para insistir en que el verdadero homenaje es mantener encendidas sus preguntas y ligar la ciencia y la técnica con una convivencia respetuosa con la naturaleza.
“No aceptó mirar la injusticia desde lejos —dijo la alcaldesa—; puso el cuerpo, la palabra y la vida entera al servicio de la revolución. Aún en el fuego supo que no hay revolución sin ternura”. Alavez cerró con el compromiso de hacer que su nombre, Aleida —nombre también de la esposa e hija del “Che”—, “no se apague”, y de trabajar para que la memoria del “Che” se traduzca en políticas públicas con sentido humano.
También tomó la palabra Elí Homero Aguilar, concejal de Iztapalapa y presidente de AMOS, organización impulsora del homenaje. Afirmó que sembrar el pensamiento guevarista es condición para la pervivencia de la izquierda y para enfrentar las desigualdades actuales. “El ‘Che’ representa una concepción de vida —señaló—: honrar la palabra, vivir la ética, sostener la igualdad como base de la unidad y luchar contra el imperialismo que saquea a los pueblos”.
Reconoció el respaldo de la alcaldesa para abrir la explanada a este acto y denunció las injerencias que buscan borrar símbolos emancipadores, como la retirada de esculturas de figuras revolucionarias como la de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara en la alcaldía Cuauhtémoc. “Sin memoria no hay futuro”, dijo, llamando a defender los emblemas populares como parte del patrimonio moral de la ciudad y a “construir en México una izquierda con valores, ética y moral”..
Marco Vinicio Dávila, del Buró Político del Partido Comunista de México, pidió rescatar al Che de la banalización comercial: no fue una estampa, sino un médico que entendió la raíz social de las enfermedades; un economista que ayudó a planear la industrialización socialista; un diplomático que desarmó en la ONU los ataques contra Cuba; un internacionalista que llevó su compromiso a África y a Bolivia. “No basta con citarlo: hay que vivirlo. Poner el cuerpo donde se pone la palabra”, remató.
A su vez, Agustín Penilla, del Movimiento Proletario Independiente, resaltó la vigencia de las ideas del Che para las luchas obreras, campesinas y estudiantiles. Recordó que la juventud debe ser vanguardia creadora y que sus frases —“la revolución se lleva en el corazón”, “sueña y serás libre en espíritu, lucha y serás libre en la vida”— convocan a convertir la rebeldía en organización y servicio al pueblo.
El acto concluyó entre canciones, consignas y familias completas. Quedó claro el propósito de AMOS: sembrar la semilla del pensamiento guevarista como pedagogía cívica para nuestro tiempo; educar en la solidaridad, la disciplina y la ternura; conectar memoria y futuro. Recordar al Che —se dijo— no es mirar atrás, sino afirmar que otro mundo es posible si la ética se hace práctica cotidiana. En Iztapalapa, el homenaje fue una promesa: seguir nombrándolo con trabajo, estudio y organización hasta que la justicia sea costumbre. “Hasta la victoria siempre”, concluyeron al unísono.
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