Martín Aguilar
Quién iba a decir que muchos años después de que pararan la UNAM, agrupados en el llamado Consejo Estudiantil Universitario, algunos de los principales integrantes de ese movimiento huelguista sean los que controlan la capital del país.
Del llamado CEU salieron personajes como Rosario Robles, Claudia Sheinbaum, Martí Batres, Carlos Estrada y Víctor Hugo Romo, entre otros, que al paso del tiempo llegaran a gobernar, no sólo algunas alcaldías de la CDMX, sino también el Gobierno de la Ciudad de México.
La primera fue Robles, quien en 1998 asumió como jefa de Gobierno del Distrito Federal en sustitución de Cuauhtémoc Cárdenas, primer gobernante electo en la capital, que año y medio antes de concluir su mandato dejó el cargo para buscar por tercera ocasión la Presidencia de la República.
Después de ello vinieron tres gobiernos “civiles” en los que los ceuistas obtuvieron buenos cargos, pero muy lejos de alcanzar la joya de la corona, ya que después de Rosario siguieron Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera.
La racha acabó en 2018, cuando Claudia Sheinbaum ganó la elección y asumió como el primer gobernante electo en la capital, cargo que dejó apenas hace unas semanas en manos de Batres, otro exceuista como ella.
Varios exintegrantes del movimiento universitario alcanzaron posiciones legislativas y de gobierno importante, y hoy vuelven a tomar relevancia, pues Sheinbaum podría llegar a ser Presidenta de la República, en tanto que Batres se quedó como sustituto al frente de la capital.
Pero en ese equipo son voraces, pues recién integraron a Inti Muñoz, otro exhuelguista universitario como subsecretario de Gobierno de la CDMX, y llama la atención que un perfil tan bajo como él llegue en este momento a un cargo relativamente importante en el gobierno capitalino.
No porque Inti sea una lumbrera en temas electorales o algo así, sino porque a la vuelta de la esquina está el relevo en la Rectoría de la UNAM, cargo que los exceuistas siempre han anhelado y que no se les ha hecho.
La Universidad Nacional Autónoma de México ha sido un reducto al que todo político quiere tener acceso, pues el activismo estudiantil ha sido relevante en los principales movimientos políticos del país del siglo pasado.
Para nadie es un secreto que Batres es de los que históricamente han querido intervenir en la vida universitaria, y nadie duda que de la 4T hayan salido los recientes ataques en medios en contra del rector Enrique Graue, que en octubre tendrá que dejar el cargo.
En este escenario, llama la atención el regreso a la UNAM del ex rector Juan Ramón de la Fuente, que en el gobierno de López Obrador se desempeñó como embajador de México ante la ONU, y ya está de vuelta.
Lo que habría que saber es si viene a defender la autonomía universitaria o a intervenir a favor de las fuerzas oscuras que se quieren apoderar de la máxima casa de estudios.
La mayoría apuesta a que hará equipo con la institución universitaria, pero…quien sabe.
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