Por los siglos de los siglos, la Iglesia siempre ha sido factor de peso en las decisiones políticas de una nación.
Hay ocasiones en donde tiene mayor injerencia dependiendo de lo duro, retrógrada o riesgo que implique.
Este año electoral no podría ser la excepción, sobre todo por la polarización política, ataques a candidatos y complicidades con el crimen organizado.
Mediante un mensaje hecho público, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), estableció:
“Por el bien de México, primero la democracia y el Estado de derecho”, titula la CEM que aglutina a los obispos de la Iglesia Católica.
En palabras dirigidas al actual gobierno y a los participantes en la contienda electoral, pero sin decir nombres, la Conferencia se metió de lleno al proceso comicial.
“La política es una de las formas más elevadas de la caridad porque sirve al bien común”, cita el organismo religioso al Papa Francisco.
Pero algo de lo que más preocupa a la jerarquía eclesiástica, es la intervención del crimen organizado.
De hecho, han sido diversas las ocasiones en que los curas han acudido a líderes del crimen organizado para buscar un alto a la degradación y a la violencia.
En los últimos días el presidente Andrés Manuel López Obrador fue preguntado al respecto, y no vio mal que representantes de la iglesia se acerquen al narcotráfico.
Por lo visto, se trata de una situación que se le ha salido de control al Ejecutivo, donde el catolicismo ha entrado en contacto con las bandas del crimen para pacificar el país.
¿Es algo que debió haber hecho el gobierno de López Obrador? Por supuesto, pero tal parece que su bandera siempre será prometer pacificar el país.
La fallida política de abrazos no balazos, resultó una puntada más del presidente que ha traído consigo un baño de sangre.
¿Le funcionó el presunto pacto de la 4T con el narco? ¿Cómo se explica entonces que Morena gobierne más de 20 entidades del país?
“Creemos que el peor de los escenarios, el que mayormente debemos evitar, es aquel en el que el crimen organizado y otros grupos delincuenciales intervengan en el proceso electoral, en cualquier lugar y momento.
“La democracia electoral mezclada con la delincuencia es un binomio totalmente inaceptable, es un signo de la más deplorable corrupción que se debe evitar a toda costa.
“Por ningún motivo se puede justificar y mucho menos entrar en complicidad”, alertó la Conferencia del Episcopado.
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