Rebeca Marín
Esta disparidad también se presenta en el porcentaje que cuenta con educación básica terminada (61.6% de las personas trabajadoras del salario mínimo frente a 12.4% de quienes ganan más de 5 SM) y la tasa de analfabetismo (4.1% frente a 0.3%). Otras variables en las que también hay diferencias son vivir en localidad rural (21.7% frente a 3.5%) y auto adscripción indígena (21.9% frente a 7.4%).
Sobre las condiciones laborales, las personas trabajadoras del salario mínimo tienen un menor acceso a prestaciones que quienes se ubican en rangos salariales mayores.
El acceso al aguinaldo es de sólo 45.5% (frente a 86.2% del rango de más de 5 SM); acceso a vacaciones de 40.4% (frente a 85.4%); acceso a servicio médico de 39.9% (frente a 81.7%); acceso a ahorro para el retiro de 36.3% (frente a 79.7%); y percepción de reparto de utilidades de 31.1% (frente a 62.7%).
Al analizar las viviendas particulares se encontró que en 6.4% de ellas vive al menos una persona trabajadora del salario mínimo. Mientras que en el 2.9% de las viviendas la persona trabajadora del salario mínimo es la jefa o el jefe de familia.
Existe una relación negativa entre pertenecer a las personas trabajadoras del salario mínimo y el acceso a servicios básicos. El 7.6% de este grupo no tiene drenaje (frente al 0.8% del rango de más de 5 SM); el 17.2% no tiene acceso a agua entubada (frente a 4.8%); el 1% no cuenta con electricidad (frente al 0.1%).
Además, el 12.6% de las personas trabajadoras del salario mínimo reportaron que en los últimos tres meses en la vivienda se quedaron sin comida por falta de dinero o recursos (frente a 2.7%), y el 26.8% dijo recibir algún programa de gobierno (frente a 11.9%)
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