Donde brincan de gusto es en la alianza opositora de la Ciudad de México, luego de que las fuerzas de Morena se decantaran por Clara Brugada como su probable candidata a la Jefatura de Gobierno en 2024.
Y es que luego de haber bajado a Rosa Icela Rodríguez y a Ariadna Montiel de la contienda capitalina, todos pensaban que el presidente se inclinaría por un hombre para la capital del país, e incluso se llegó a mencionar que Ricardo Monreal ya había negociado la plaza.
Aunque no es un destape oficial, en la 4T todos tratan de descifrar las señales que les llegan, sobre todo después de la reciente reunión de Brugada con Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.
Tras ese encuentro, la alcaldesa de Iztapalapa empezó a multiplicar sus bardas por la ciudad, y organizó el fin de semana un evento en las rejas de Chapultepec –cerca del zoológico– donde diputados y funcionarios capitalinos acudieron para abrazar las intenciones de Clara.
De confirmarse la decisión, los partidos de la alianza serán los más felices. Siempre habían deseado que, si Morena se decidía a competir con una mujer, ojalá fuera con la alcaldesa de Iztapalapa; si fuera con un hombre, con Martí Batres.
A estos dos morenistas siempre los han visto como los más débiles, pues no son precisamente queridos por los capitalinos. A Batres ya lo había bajado el Presidente, por lo que está fuera; ahora echan al ruedo a Brugada.
Tienen razón los opositores en estar contentos, pues es alguien que, fuera de Iztapalapa, nadie conoce y no creen que pueda entusiasmar en otras partes de la capital.
Ni con toda la estructura del gobierno podrán hacer que los capitalinos la acepten, sobre todo porque representa lo más radical de la 4T, que en la ciudad no tiene precisamente contentos a sus habitantes.
En la CDMX la gente es más pensante y las elecciones las define la clase media, ante la cual las estructuras de los partidos tienen poco qué hacer. La capital no es el Edomex, donde ganó una candidata sin el menor brillo; si la ciudadanía sale a votar, la oposición ganará en 2024.
A lo mejor le apuestan a que su candidato presidencial entusiasme al país y, de paso, bañe a la capital –como ocurrió en 2018 con López Obrador–, pero ninguna de sus corcholatas tiene el tamaño.
Porque si bien Clara se identificaría con las bases morenistas, por su cercanía con el Presidente, seguramente la mirarían como alguien que condena el aspiracionismo, contrario a lo que los capitalinos buscan.
Aún falta saber si no es otra broma más del Presidente, a quien le encanta lanzar bengalas para que todos se distraigan y a la mera hora da el bandazo.
Porque con todo y ese destape, al interior de Morena todavía hay tiradores que prefieren esperar a septiembre, cuando pase lo de las corcholatas.
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