Algo le han de haber dicho en Palacio Nacional a Mario Delgado, líder nacional de Morena, que ha aumentado notoriamente su activismo en la Ciudad de México, donde afirma a quien lo quiere oír, que no se descarta para la Jefatura de Gobierno en 2024.
El dirigente guinda hizo el compromiso de mantenerse al frente de su partido hasta el término de las elecciones federales, cuyo resultado definirá el relevo de Andrés Manuel López Obrador, entre otros cargos.
Si el colimense es obligado a cumplir ese compromiso hasta junio de 2024, quedaría descartado, no solamente para la Jefatura de Gobierno, sino también para cualquier cargo de elección popular.
Y no es que Delgado sea el más popular o simpático en la 4T, pero como quiera ha entregado muy buenas cuentas al frente de Morena, y en su equipo piensan que se la deben, pues ésta sería la tercera ocasión que buscaría la candidatura, que en 2012 y 20218 no se le hizo.
En ambas ocasiones perdió: primero ante Miguel Ángel Mancera, que en un cierre ciclónico lo desplazó del primer lugar en la encuesta interna, cuando los dos militaban en el PRD. A regañadientes Mario se bajó, y de consolación le dieron una senaduría.
Seis años más tarde volvió a buscar la nominación, pero entonces fue derrotado por la exjefa de Gobierno y hoy aspirante a presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Ésta será la tercera ocasión que lo intente, amparado en el discurso de López Obrador, quien también había fracasado en sus dos primeros intentos de ser Presidente, y siempre decía que la tercera sería la vencida.
Si Mario anda tan suelto y seguro de que puede ser el candidato de la 4T a relevar a Sheinbaum, es porque le dieron permiso de apuntarse, con todo y que su misión principal es garantizar que las elecciones en 2024 salgan muy bien para Morena.
Quizá su postulación dependa de cómo termine la guerra entre las seis corcholatas de su partido que se están dando con todo por la nominación, especialmente Claudia y Marcelo Ebrard, que no disimulan su antipatía mutua.
Si logra sacar el proceso con una decisión medianamente creíble, y sin que se le resquebraje el partido, igual y sus probabilidades de ganar la candidatura a la CDMX pueden ser buenas, pues tendría una buena plataforma.
Pero si se le descompone el cuadro —lo cual tampoco es nada difícil—, igual también deja la dirigencia nacional del partido, pero para irse a su casa, o a un cargo de consolación por los servicios prestados.
Nada de esto podrá saberse con certeza hasta después del 6 de septiembre, cuando Morena elija a quien buscará refrendar la Presidencia de la República para los próximos seis años. Si al final logra que salgan unidos, su camino podría enfocarse en el Antiguo Ayuntamiento.
Pero mientras eso pasa, en su equipo piden que a Delgado no lo den por muerto para la ciudad.
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