Con el nombramiento de Martí Batres como nuevo secretario de gobierno, Claudia Sheinbaum está enviando un mensaje a la oposición para amarrarle las manos y diciéndoles que no podrán hacer nada con los recursos por lo menos en los siguientes tres años, por lo que, el gobierno local seguirá controlando las alcaldías que perdió y será más difícil que cumplan con sus promesas y la gente pensará que porque votaron por ellos.
Y es que, a estas alturas del partido, está más claro que el agua que, lejos de actuar democráticamente y reconocer su derrota en las pasadas elecciones, el gobierno de la ciudad decidió llenar de piedras el camino de los nuevos alcaldes de oposición desde antes de que asumieran el cargo.
Con la intención de que los opositores no puedan cumplir con sus promesas de campaña, Claudia Sheinbaum y Morena aplicaron la burda maniobra de retrasar al máximo la instalación de las mesas de entrega-recepción de las alcaldías perdidas.
Se podría pensar que los morenos tienen tal nivel de corrupción interna en sus administraciones que necesitan tiempo para cuadrar las cuentas antes de entregar el changarro a sus relevos. Pero la estrategia va más allá.
La intención es evitar también que los nuevos alcaldes puedan incidir en la elaboración del Presupuesto 2022, pues sin la información de cómo están las finanzas poco podrán hacer. Y si no tienen presupuesto, tampoco podrán cumplir con su palabra empeñada en campaña.
Esta jugada, avalada por Sheinbaum, es una verdadera bajeza, sobre todo porque cuando ella ganó la elección y aún faltaba medio año para que tomara posesión, el gobierno saliente le abrió sus libros para que se enterara de todo lo relativo a la administración capitalina.
Gracias a ello, aun sin ser todavía jefa de Gobierno en funciones, pudo planear el arranque de su administración e incluso tomó decisiones de manera anticipada, y sus antecesores se lo permitieron.
Por eso es que no se entiende —bueno, más bien sí— que la 4T se oponga a facilitar la entrega-recepción de las alcaldías. Obvio, la intención es atar de manos a los alcaldes.
Porque, aunado a esta artimaña, está la de ponerles en cada alcaldía un “gobierno espejo”, a fin de que los morenos se dediquen a estar torpedeando a los representantes de la alianza opositora, al tiempo de quitarles a su clientela política.
Estos “gobiernos espejo” ya se están integrando y en alcaldías como Cuauhtémoc y Álvaro Obregón, Lola Padierna y Lalo Santillán, respectivamente, están llamando a sus huestes a organizarse para ir por la revancha en tres años.
Por supuesto que quienes encabecen las administraciones paralelas de la 4T en las alcaldías tendrán prioridad para hacer tareas de gestión entre la comunidad, pues les abrirán las puertas de los programas sociales y de los recursos públicos.
Nadie duda que los morenos echarán la caballería para recuperar la CDMX desde este mismo año, a fin de que los capitalinos no vayan a apoyar la revocación del mandato presidencial, programada para marzo próximo.
Ante este panorama, nada fácil la tendrán los nuevos gobernantes, y deberán estar muy atentos ante las intenciones del oficialismo por dividir el bloque opositor que recién anunciaron.
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