La mayoría de los capitalinos se preguntaban ayer, y con toda razón, que si el gobierno capitalino y los alcaldes locales de Morena encabezaban por la tarde un mitin en el centro de la ciudad, quién demonios estaba gobernando en esta sufrida capital.
Y es que la moreniza local, con la jefa de Gobierno a la cabeza, se congregó en el Monumento a la Revolución para defender la reforma eléctrica propuesta por el Ejecutivo, y exigir la cabeza de los consejeros del INE, por «boicotear» la consulta de revocación de mandato.
Sin ningún rubor, tanto Claudia Sheinbaum como los titulares de las alcaldías GAM, Iztapalapa, Iztacalco, Xochimilco, Venustiano Carranza, Tláhuac y Milpa Alta, así como diputados y secretarios, cerraron la zona aledaña a la Plaza de la República para su mitin.
Para ello pidieron a la policía de la CDMX bloquear importantes avenidas como Paseo de la Reforma y Juárez —ésta última cerrada desde hace varias semanas por manifestantes—, a fin de realizar su mitin.
A esto se sumó el bloqueo de Insurgentes Norte y la Rivera de San Cosme, donde decenas de microbuses, ocupados para acarrear gente, incluso del Estado de México, pudieran estacionarse mientras concluía el evento y los manifestantes eran regresados a sus lugares de origen.
Lo de menos era el enojo de los automovilistas y transportistas que a diario transitan por la céntrica zona, y que vieron seriamente afectadas sus actividades, en esta ocasión por las propias autoridades.
El problema es que, para justificar el abandono de sus responsabilidades, los funcionarios aseguraron que habían pedido a la Secretaría de Finanzas que les descontaran el día, a fin de no caer en irregularidades y que tampoco los pudieran acusar de desvío de recursos públicos.
Por supuesto que nadie les cree, pues jamás presentan pruebas de que les sean aplicados los descuentos, pero eso es lo de menos. Lo más grave es que crean que puedan abandonar sus responsabilidades cada que se les antoje, sólo con pedir que se les descuente el día.
Habría que preguntar qué empresa les permite a sus trabajadores faltar cuando se les dé la gana, y pedir que les descuenten el día y ya. O sea, que no haya ninguna sanción por abandonar sus responsabilidades, y más cuando se trata de servidores públicos.
Y por si eso fuera poco, los morenos abandonan sus obligaciones para violar en escuadrón —o sea, todos juntos— la ley electoral, que les ordena explícitamente abstenerse de promover la consulta de revocación de mandato, por la época de veda.
Fue una abierta provocación a los consejeros y al Tribunal Electoral, para que los sancione —con toda razón— y tener el pretexto de irse contra ellos, pues está muy claro que la consulta es sólo un ardid para arremeter contra el INE, que les estorba para sus planes.
Porque a unos días de las votaciones, en la 4T están conscientes de que, a pesar de la operación de Estado que montaron, no hay forma de que se acerquen siquiera a los 40 millones de votos prometidos por sus líderes territoriales.
Previendo el fracaso, desde ahora se curan en salud culpando al árbitro y exigiendo que sean expulsados
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