Mala noticia para Palacio Nacional fue que Xóchitl Gálvez oficializan sus aspiraciones presidenciales para 2024, pues en tan sólo un día rompió las redes sociales por la cantidad de visualizaciones que alcanzaron sus mensajes.
Sus seguidores en el ciberespacio crecen a la velocidad de la luz y la hidalguense está posicionando una historia de vida que ha impactado en todos los estratos sociales, sobre todo donde no es muy conocida.
El perfil de Gálvez sería oro molido para Morena si fuera su candidata, pues se trata de una mujer con orígenes indígenas, que tuvo que trabajar desde niña y salir de su pueblo para asentarse en Iztapalapa y, de ahí, labrarse un futuro.
Se pagó una carrera de Ingeniería en la UNAM, con su trabajo como telefonista y una beca, y en un una sociedad machista, se abrió paso como empresaria. Fundó su propia compañía tecnológica y cambió su residencia a las Lomas.
Es una historia de la cultura del esfuerzo, que puede ser aspiracional para las mexicanas, ya que es rebelde, entrona y no se deja mangonear.
Si gana, sería una candidata todoterreno para la oposición, que lo mismo podría pararse en los barrios y comunidades más pobres que en las zonas de clase media y alta, pues es reconocida también por las élites económicas.
Su activismo ha causado inquietud en Palacio Nacional, pues, en caso de ser la elegida, la afectada sería Claudia Sheinbaum, quien se perfilaba como la única mujer en la contienda.
Lo que Marcelo Ebrard no pudo hacer al animar a Yeidckol Polevnsky en su fallido intento de ser otra corcholata, lo podría hacer Gálvez: dividir el voto femenino.
La oposición anunciará su decisión tres días antes que Morena y, si fuera Xóchitl, podría orillar al Presidente a dejar de lado a Claudia y optar por Ebrard o Adán Augusto.
Claro que hay una alta posibilidad de que algunos partidos en la alianza veten a la senadora, aunque sus posibilidades de triunfo en 2024 disminuyan. Pero si crece y son pragmáticos, tendrían que apoyarla y ellos concentrarse en los congresos.
Porque si Gálvez no ganara la contienda, al menos les daría un caudal importante de votos en las cámaras, de donde pueden ejercer un contrapeso a quien ocupe la Silla del Águila, incluyendo a la propia hidalguense.
Las historias de Xóchitl y de Sheinbaum —hasta hace poco, amigas— son completamente opuestas y sus logros también. La primera ha ganado a pulso cada puesto político; la segunda ha contado siempre con el apoyo de la poderosa figura que hoy gobierna el país.
Se sacude el tablero en la 4T.
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