Hablar del Manicomio General “La Castañeda”, es referirse a casi 68 años de dolor y tristeza para 61,480 pacientes y sus familiares, toda vez que desde su apertura el 1 de septiembre de 1910 hasta su cierre el 29 de junio de 1968, fueron miles las denuncias de maltrato a los enfermos, lo que aunado a la falta de presupuesto tuvo que dejar de funcionar, no sin antes convertirse en un sitio de un sinfín de tristes historias.
El Manicomio General “La Castañeda”, se encontraba ubicado en la zona de Mixcoac, justo en donde sería la Escuela Nacional Preparatoria Número 8, y que antiguamente era una hacienda, siendo el entonces presidente Porfirio Díaz, quien ordenara su construcción, considerándolo un centro de atención para enfermos mentales, esto como parte de los festejos del Centenario de la Independencia.
Como se trata de una historia que no debe repetirse en el México moderno, la diputada local del PRI, Silvia Sánchez Barrios, presentó en el Congreso de la Ciudad de México, un exhorto a la titular de la Secretaría de Cultura capitalina, para colocar un memorial en donde estuvo el Hospital Psiquiátrico “La Castañeda” en homenaje a las víctimas de tortura y de vejaciones de dicho lugar.
“Proponemos que la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México haga un análisis de oportunidades con el objetivo de rendir homenaje a las víctimas de La Castañeda, por haber sido durante un largo periodo una institución de tortura y de castigo a miembros de la comunidad de la diversidad sexual, sexoservidoras, epilépticos, sujetos con retraso mental y adictos a sustancias durante el periodo de 1910 a 1968”.
Recordó, que la situación era alarmante, pues sumado a las condiciones económicas del manicomio, los recluidos eran víctimas de la discriminación, el abandono y el desprecio por motivos no relacionados con problemas mentales, sino más bien por una condición social o personal que a ojos de los familiares y del personal hospitalario merecían ser alejados de la sociedad por ser “sujetos desviados” del comportamiento considerado adecuado.
“Miembros de la comunidad LGBTTTIQ+, gente con retraso mental, sexoservidoras, personas con enfermedades como sífilis, lepra o tuberculosis, epilépticos e incluso mujeres mayoritariamente con depresión eran canalizadas a las instalaciones por catalogarse como sujetos con problemas mentales, por lo que muchas y muchos de ellos perdieron la vida ahí desde 1910 hasta 1968”.
Finalmente, la legisladora Sánchez Barrios agregó, que este símbolo de progreso a inicios del siglo pasado “fue utilizado para canalizar una serie de enfermedades o de diferencias de comportamiento que, a los ojos de la ciencia, pero sobre todo de la sociedad, eran catalogados como ‘indeseables’ por sus enfermedades mentales o por sus condiciones físicas, y que merecían un cuidado específico en un ambiente controlado”.
Discussion about this post