En sus buenos tiempos, el secretario de gobierno, Martí Batres fue un porro y un violento cuando tomaba los camiones de la desaparecida Ruta 100 y los camiones refresqueros cuando iba a tomar las instalaciones de Ciudad Universitaria en contra de los normas del ex rector de la Casa de Estudios, Jorge Carpizo Mcgregor, ahora que es secretario de gobierno se luce como en sus buenos tiempos,
Esto viene a colación, donde aplica perfectamente al secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama, que en todos los lugares en los que ha estado ha dejado fama de gandalla, por lo que nadie le puede creer ahora que es un concertador.
Eso es muy riesgoso para la propia Claudia Sheinbaum, pues si bien necesitaba a alguien de mano firme en el cargo, requería también que su segundo de abordo tuviera habilidades negociadoras para solucionar los conflictos existentes, en lugar de generar otros.
Se supone que llevó a Batres —o se lo enviaron— para ayudarle con la operación política y descargarle chamba, a fin de que ella pueda dedicarle más tiempo a consolidar sus aspiraciones presidenciales para 2024.
En lugar de ello, en la primera oportunidad, su secretario de Gobierno le abre un boquete donde antes sólo había una exigencia, que es la petición de diálogo que le hacían los alcaldes de oposición a la jefa de Gobierno.
Los nuevos funcionarios no están pidiendo nada extraordinario, pues el hecho de ser de partidos opuestos a Morena no quiere decir que no hayan sido legítimamente electos igual que ella, y que quieran cumplirle a sus electores.
Con la agresión de los supuestamente desaparecidos granaderos, Batres les da el pretexto extraordinario a los alcaldes para excluirlo del diálogo —por no ser confiable— y exigir que sea la propia Claudia quien los reciba, lo cual tendrá que suceder tarde o temprano.
La jefa de Gobierno se escuda en que ya les había dado fecha para dialogar después del 2 de octubre, cuando asuman sus cargos. Pero eso hubiera ocurrido aunque no quisiera, ya que, por ley, se tiene que integrar el Cabildo de la CDMX, donde los alcaldes participan.
Lo único que los gobernantes electos le pedían a la jefa de Gobierno es que les corriera la misma cortesía que en su momento tuvo ella cuando ganó en 2018. Seis meses antes le dieron oportunidad de empaparse de los pendientes, pues le abrieron los archivos.
A los nueve alcaldes de oposición no les han permitido iniciar la transición, vital para que cuando asuman no lleguen en frío.
En lugar de tratar de cerrar la herida, la 4T culpa a los opositores de montar un show para afectar a Morena y a su gobierno, como si hiciera falta.
Patética la coordinadora morena Martha Ávila, quien dijo que el PAN se valió de “artimañas” para que los alcaldes entraran a Donceles. ¿Pues no ellos mismos dicen que son un Congreso de puertas abiertas y que ahí es la casa del pueblo?
Y Martí no pudo ser más desafortunado al declarar que si querían entrar a Donceles, le hubieran echado una llamada. ¿Desde cuándo el exceuísta se siente dueño del Poder Legislativo como para dar órdenes en un órgano completamente autónomo?
Mal el operativo y peor el control de daños, no cabe duda que a Batres le ganó el porro que lleva dentro.
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