Son muy reiteradas las versiones al interior del Palacio Nacional de que el presidente Andrés Manuel López Obrador se va quedando solo.
Su carácter irascible ha infundido temor hasta en sus más cercanos y con quiénes tiene mayor confianza.
Ejemplos han ventilado de sobra diversos analistas durante los últimos días. Pero eso no es nada nuevo. Siempre ha sido así.
Lo saben aquellos funcionarios que fueron sus colaboradores durante su etapa como jefe de gobierno.
En este espacio se han publicado algunos hechos confiados por los propios involucrados.
Uno de ellos, fue el narrado por el secretario de Obras, ya fallecido, César Buenrostro, a quien no le dirigió la palabra por seis meses.
Resulta que Buenrostro –una eminencia en la ingeniería civil- se opuso rotundamente al proyecto de los segundos pisos del Periférico.
«¿Puedes o no puedes?» le exigió a López Obrador. «De poder sí puedo, pero no es viable», le respondió quien también había sido parte del equipo de Cuauhtémoc Cárdenas.
Con eso bastó para que López Obrador le encargara a Claudia Sheinbaum –en ese entonces secretaria de Medio Ambiente- la citada obra.
Otro testigo privilegiado del carácter del hoy Presidente, es Francisco Garduño Yáñez, actual comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM).
Garduño le pidió una y mil veces que lo nombrara secretario de Seguridad Pública. De mala gana el tabasqueño lo insiste a Vicente Fox pero éste lo vetó. Quién sí tuvo fue a Marcelo Ebrard.
En su entrega de este lunes 23 de mayo, el periodista Salvador García Soto narró la forma grosera en que López Obrador llamó a Sheinbaum ante la atónita mirada del gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo.
Ayer mismo, el columnista Raymundo Rivapalacio exhibió al detalle la forma en que el Presidente explota con suma facilidad.
El 6 de mayo, Francisco Rodríguez, otro columnista bien informado como los dos anteriores, publicó que Andrés Manuel López Beltrán, conocido como Andy, es el más cercano asesor del Presidente.
Pero tal parece que ni caso le hace a Andy, puesto que el mandatario ha acuñado un sólido discurso de sistemáticos ataques al adversario y del que nadie lo saca.
Es notable la mirada inquisidora del Presidente sobre sus funcionarios que acuden a sus conferencias matutinas.
Las imágenes de televisión y medios impresos, son más que evidentes. Casi siempre lo muestra con el ceño fruncido.
Hay que recordar la cantidad de funcionarios que han renunciado al cargo por discrepancia con el jefe del Poder Ejecutivo.
Es clara la forma de gobierno: un discurso de odio que ha polarizado a la sociedad; regaños y reclamos a sus colaboradores, así como denostación permanente del adversario.
¿Quién asesora al presidente?
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