Durante su conferencia del martes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador revivió el fantasma del complot.
“Estoy sintiendo una campaña muy sucia, muy perversa, muy inhumana, muy autoritaria, fascista, de mucha maldad”, acusó el mandatario.
De nuevo habló de su villano favorito: Carlos Salinas. Dijo que la oposición cercana al ex presidente impulsa esa campaña.
Pero nombró a los periodistas Beatriz Paredes, Joaquín López-Dóriga, Raymundo Rivapalacio y al articulista Héctor Aguilar Camín.
El hecho es que en días pasados en sus colaboraciones han mencionado posibles riesgos a la integridad de Xóchitl Gálvez.
Incluso plantearon un escenario similar al de marzo de 1994, con el magnicidio de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana.
“Nosotros no actuamos de manera perversa”, dijo. “Somos seguidores de la doctrina del amor al prójimo”, aseguró.
¿Por qué esa actitud golpista, perversa, de mala fe, inmoral? Preguntó en la mañanera de ayer.
Sostuvo que podían actuar por consigna. “Es muy extraño o sospechoso”, señaló.
Pero el Presidente volvió a rozar el tema político prohibido por las autoridades electorales.
“Quisieron engañar ¿no? Y proyectar dirigentes y no les salió”, esto en clara referencia a Xóchitl Gálvez.
Como jefe de gobierno también potenció un discurso de complot en su contra.
El conjunto de elementos que llevaron a su desafuero configuraron el complot que esgrimió desde sus conferencias matutinas.
Pero en aquellas fechas, fueron protagonistas de primer orden como el señor de las ligas, René Bejarano y Carlos Ímaz, el hoy ex esposo de Claudia Sheinbaum.
En 1995, cuando Ernesto Zedillo era presidente, en Barranca del Cobre, Chihuahua, el reportero David Romero Ceyde le preguntó sobre el rumor de un golpe de Estado a su gobierno.
Zedillo respondió escueto. No se exaltó. Tampoco cuestionó, exhibió o censuró al periodista que profesionalmente realizaba su trabajo.
Hoy se le olvida a López Obrador que hay un artículo de la Constitución que protege al periodista en su libertad en expresión.
Los argumentos de los comunicadores, tienen sustento en el ambiente de crispación generado desde la plataforma mañanera.
El propio Presidente propició encono cuando criticó a Xóchitl, a quien la ubicó como la candidata del Frente Amplio por México, sin que aun termine el proceso electivo.
Durante varios días consecutivos, la señaló como la seleccionada por los conservadores y la “mafia del poder”.
Eso sucedió hasta que el INE le puso freno a sus expresiones que rayaban en la violencia política en razón de género.
Por lo pronto ya reeditó al fantasma del complot que tanto rédito político y mediático le sacó.
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