Rebeca Marín
En México, la industria cervecera se ha colocado como la exportadora más grande del mundo, con más de 3 mil millones de litros anuales y la perspectiva de incrementarse en 50% para los próximos 10 años, para lo cual se requiere aumentar la producción nacional de cebada maltera, en forma sustentable desde los ámbitos ecológico y económico.
Este incremento vertiginoso de las ventas al exterior -que duplican lo que aportan los Países Bajos al mercado mundial-, hacen que la industria cervecera hoy se abastezca casi en 100% de la producción de cebada nacional, con el reto de seguir con esta proveeduría hacia el futuro.
Así lo comentó Marcel Morales Ibarra, experto en bioinsumos y director de Biofábrica Siglo XXI, al señalar que frente al gran dinamismo que registra la industria cervecera en el país, en los últimos 20 años éste no se ha traducido en crecimientos en el área de la producción agrícola, ni en términos de rendimientos ni de superficie.
Por ello, una preocupación de esta agroindustria es el incrementar la oferta nacional del grano, manteniendo un precio competitivo en el mercado nacional, pero a la vez, que resulte atractivo para los productores, en términos de utilidad.
En la búsqueda de alternativas para mejorar la proveeduría nacional y seguir abasteciendo a la agroindustria de la cerveza en su expansión internacional y mantener la autosuficiencia del grano, Biofábrica Siglo XXI estableció parcelas de cebada en el estado de Zacatecas, con el objetivo de hacer más atractivo el cultivo para los productores e incrementar su oferta con la calidad requerida por esta industria.
Morales Ibarra señaló que en México se siembran alrededor de 350 mil hectáreas de cebada, con una producción anual de más de un millón de toneladas (t), lo que significa que el rendimiento medio es inferior a 3 toneladas por hectárea (ha).
Estableció una parcela, en Zacatecas, con el paquete tecnológico recomendado por la firma cervecera y un tratamiento igual, pero con la mitad de la dosis del fertilizante recomendado, aplicando biofertilizantes (microorganismos benéficos que fijan nitrógeno atmosférico, solubilizan nutrientes del suelo, estimulan la producción de fitohormonas y controlan patógenos).
En el tratamiento con biofertilizantes, a diferencia de la recomendación de técnicos del Grupo Modelo de hacer el tratamiento con fertilizante a la siembra, éste se realizó un mes después, una vez desarrollado el sistema radicular, lo cual permite aprovechar más la fertilización química.
Al final del ciclo, el personal técnico del Grupo Modelo y de Biofábrica Siglo XXI hallaron que el testigo registró un rendimiento de 5.6 t/ha; mientras que en el tratamiento con 50% de la fertilización más los biofertilizantes fue de 5.9 t/ha; es decir un incremento del 5%.
Lo más sobresaliente fue el análisis de costos de producción, donde el testigo tuvo un costo de 21,800 pesos por ha y con el biofertilizante de 17,800 pesos, es decir, los costos de producción disminuyeron 20%, respecto al testigo.
El resultado fue una utilidad neta del productor de 10,200 pesos por ha en el testigo, frente a 15,800 pesos con biofertilizante, lo que se traduce en un incremento del ingreso neto del productor del 55%, lo que hace más atractivo el cultivo de la cebada frente a otros cultivos.
Otro aspecto relevante es que la calidad del grano se mantuvo. En ambos casos se recibieron 520 pesos por tonelada como sobreprecio, es decir, no hubo deterioro de calidad que demanda la industria.
En el cultivo se empleó la variedad Abi Voyager, de dos hileras, que tiene características más favorables para la industria de la cerveza, pero el inconveniente de que su ciclo vegetativo es de 20 a 30 días mayor que la tradicional de seis hileras. Sin embargo, en la parcela, con biofertilizantes, esta variedad registró un acortamiento del ciclo vegetativo, lo que disminuyó dicha desventaja.
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